Nuevas costumbres: ¿Por qué requieren tanto esfuerzo?
Año tras año las ilusiones de mejorarnos nos mantiene vitales y fuertes, pero de la ilusión inicial al acto hay grandes dosis de acción y solo a través de la acción, una persona puede llegar a cambiar costumbres de verdad. ¿Por qué es tan difícil y requiere tanto esfuerzo ponerse manos a la obra? ¿Por qué es tan difícil poner en práctica las nuevas pautas?
Las personas somos animales de costumbres y es en esas costumbres en las que nos solemos atascar. Si llevo una vida siendo una persona desorganizada que hace las cosas solo cuando se presenta la fecha límite, probablemente no estaré acostumbrado/a a ponerme manos a la obra. La fase inicial de motivación puede verse interrumpida por nuestra cotidianeidad.
Desarrollar nuevas costumbres: la clave está en el esfuerzo.
Si las rutinas son mantenidas en el tiempo, cambiarlas no resulta fácil, por lo que requiere un esfuerzo extra. Un esfuerzo que solo puedo promover con mi propio trabajo personal y a través de la paciencia. Esto quiere decir, si me suelo ir a la cama a las 2 de la mañana y levantarme a las 10 de la mañana, restablecer un nuevo cambio de horario requiere un esfuerzo y un desgaste inicial; lo más probable es que me cueste mucho más los primeros días levantarme a las 8 si es mi objetivo, e incluso irme a la cama antes de las 12. Para ello puede ser interesante desarrollar una serie de pautas comportamentales que cambien mis hábitos psicológicos para poder entrenarme a conseguir nuevos objetivos. Es decir, el establecimiento de objetivos claros y concretos puede ayudar a conseguir metas a corto plazo, así será más sencillo convertirlas en hábitos cotidianos.
¿Año nuevo, vida nueva?
Otro de los aspectos que más merma el cumplimiento de las nuevas metas es el fracaso y la dificultad para asumir errores. Cambiar de costumbres supone un trabajo y esfuerzo para dejar una parte del yo de lado y establecer nuevas conexiones mentales, ello requiere ser capaz de afrontar las dificultades que se vayan presentando en el proceso, y que el propio reconocimiento personal pueda ayudar a ir un paso por delante sin machacarse excesivamente.
Dentro de este proceso se pueden ocultar muchas dificultades o factores de personalidad de los que una persona puede no ser consciente y sería interesante descubrir. Bien es cierto que el entrenamiento convierte al jugador amateur en profesional, pues en este caso sucede lo mismo, eso sí, siempre sin dejar de vista la propia individualidad y la personalidad que pueda frenar ese proceso y desarrollar una frustración que incapacite el cambio. Lo que no queda duda es una cosa: aprender a organizarse ayuda a mantener una vida equilibrada.
“Haz que tu cabeza trabaje a favor tuyo y poco a poco adquirirás la costumbre de no molestarte cuando las cosas vayan mal”
Wayne Dyer (1940-2015)
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