La independencia es una cualidad humana que está asociada a la capacidad de proveernos bienestar y salud a través de la responsabilidad personal cuando requerimos o necesitamos obtener recursos materiales o inmateriales, como es el autocuidado personal, la petición de ayuda, el cumplimiento o el acercamiento hacia la autogestión económica, y la regulación emocional. ¿Es posible entonces alcanzar la independencia absoluta?

Desde el desarrollo de la industria en el siglo XIX hasta el día de hoy, cada día es más común el concepto de “meritocracia”, y aquellas frases que hacen alusión a la independencia absoluta a la hora de obtener recursos materiales, afectivos y económicos a partir de nuestro esfuerzo personal.

¿Acaso existe la independencia absoluta?

independencia absoluta

 La independencia absoluta a la hora de obtener nuestros propios recursos, es un concepto mascado como un mantra a lo largo del siglo XX y comienzos del XXI. La idea de meritocracia descarta todos aquellos aspectos que hay detrás que hacen que un rico pueda ser más rico o que una persona pueda ganar más dinero. “Hacerse a uno mismo”, es un concepto con muchos matices, y que esconde un grado de dependencia directa con muchas personas y recursos tecnológicos que median en la obtención de esos mayores resultados, ya sean de índole económica y afectivo-emocional, que en multitud de situaciones se descartan o simplemente se obvian, como son los trabajadores intermedios y las personas que nos proveen de afecto.

La individualidad es una fantasía, como señala Almudena Hernando Gonzalo en el título que da pie a su libro, “La fantasía de la individualidad”: retrospectiva desde tiempos inmemoriales de cómo los seres humanos en la colaboración y especialización de tareas en grupo fue provocando que evolucionaran su tecnología hasta el día de hoy. De cómo la separación de tareas interdependientes era necesaria para que pudieran unos dedicarse en exclusiva a las especializaciones.

Las personas más ricas del planeta, para conseguir grandes beneficios económicos, necesitan que otras se ocupen de distintas gestiones para obtener esos beneficios, con lo que la frase: “me he hecho a mi mismo/a” es importante encajarla con matices que ayuden a distinguir el concepto de independencia con la interdependencia.

Es fundamental desde mi punto de vista, y desde la psicología, tener en cuenta la importancia de las personas de responsabilizarnos en obtener recursos por nuestra cuenta, y si no los tenemos por diferentes motivos, teniendo en cuenta que también somos interdependientes y no siempre “hacer bien las cosas” supone un beneficio económico o emocional, nos responsabilicemos de obtenerlos con la ayuda de otras personas. Quienes son fuertes emocionalmente saben cuando necesitan algo, sea económica, física o afectivamente, y buscan a quien pedir ese algo sino lo pueden obtener por ellas mismas; porque al final, la individualidad absoluta no deja de ser una fantasía.

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