El síndrome del Burnout (estar quemado/a), es un tipo de estrés que se caracteriza por un cansancio acusado, tanto físico como mental, que afecta directamente sobre la propia sensación de capacidad a la hora de hacer las cosas en el trabajo principalmente. La situación laboral actual demanda una necesidades extremas a la hora de perseguir los sueños, e incluso un sobre-exponerse a cualquier demanda del exterior, lo que puede suponer unas condiciones laborales similares a la explotación, donde las horas de trabajo se vuelven eternas sin cumplir con los criterios mínimos que fomenten una vida saludable.

El Burnout está directamente relacionado con ese entorno laboral, donde la persona se expone a realizar actividades que requieren una gran concentración y esfuerzo a lo largo de muchas horas. Esto conlleva a un proceso “in crescendo” por el cual la persona va poco a poco perdiendo el interés por las tareas, la responsabilidad (pasotismo), hasta alcanzar síntomas relacionados con la depresión.

¿Cuáles son los aspectos más importantes a tener en cuenta en un trabajo?

Es fundamental tener en cuenta la capacidad de afrontamiento a la hora de encomendarse a determinadas tareas. Hay tareas que igual puedo sobrellevar pero hay otras que no. La experiencia laboral va poniendo en jaque las necesidades de una persona. El detectarlas es esencial para poder actuar al respecto.

La resiliencia es también un aspecto fundamental para poder afrontar el burnout. Ayuda a sobreponerse de las dificultades, de tal forma que no supongan un desgaste tan acusado. Ayuda a buscar un sentido al sobreesfuerzo y a detectar que es importante para mí. Esto es un aspecto clave y más teniendo en cuenta que la falta de compatibilidad entre la persona y el trabajo aumenta el riesgo a sufrir este síndrome. Está falta de compatibilidad está en relación directa con la motivación a la hora de realizar el trabajo.

Hay determinadas características de las personas con tendencia a sufrir “el síndrome de estar quemada/o”, entre ellas se encuentran:

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La falta de autoconfianza: Cuando una persona tiene dificultades para creer en sí misma, le es más complicado posicionarse ante lo que no está dispuesta a cumplir, dificultando la asertividad suficiente para expresar sus necesidades.

El idealismo y el exceso de optimismo: Estos pueden contrastar y suponer un fuerte impacto emocional con unos ideales de la empresa en función del dinero y no de los valores. Esto está muy relacionado con la desilusión ante las cosas, y acabar suponiendo una carga emocional muy fuerte y un peso constante a sobrellevar.

La incapacidad para aceptar el fracaso: En una empresa los errores son comunes, y más tenido en cuenta los horarios de trabajo que se pueden alcanzar. La capacidad de asumir estos y la gestión de los conflictos en fundamental para mantener una autoestima sana y poder crecer frente al error. Si una persona no se encuentra capaz de afrontar el fracaso, y estos se acumulan, el burnout puede empezar a hacer mella en su personalidad.

Sensibilidad ante la crítica externa: En un entorno laboral donde el estrés es frecuente, también puede ser constante la expresión emocional y el cabreo. En determinadas situaciones, bajo el influjo de esa sobredemanda, las personas pueden criticar a otros y esto suponer un impacto emocional fuerte sino se sabe cómo gestionar. Saber afrontar y confrontar la crítica externa es fundamental para poder mantener un nivel de actividad adecuado y acorde a las necesidades personales.

Conocer y tener en cuenta como una persona funciona, y cuáles son sus carencias y necesidades a nivel laboral, determinará su capacidad de afrontamiento ante el Burnout. Ser consciente de los detalles y conocer el entorno es fundamental, así como saber hasta dónde se puede y hasta donde no.

La energía que tenemos a lo largo del día se va desgastando. Si sabemos equilibrar nuestras aptitudes y capacidades a nuestras necesidades, podremos encontrar un equilibrio interno que ajuste nuestra adaptación al medio.