La mayor parte de las personas de nuestro entorno sienten la necesidad de establecer  vínculos con otras. No solo vínculos que supongan una liberación emocional, sino unos más profundos donde poder compartir confidencialidades. Establecer relaciones sociales es una de las claves a la hora de llevar una vida saludable. ¿Qué dice sobre esto nuestra personalidad?

     La gente tiende a desarrollar en su mayoría relaciones potenciales de amistad donde hay interacción o donde se comparte algún tipo de actividad profesional o aficción. Estas pueden constar de decenas. La cosa cambia cuando a la gente se le pregunta: «¿Cuantos amigos tienes de verdad ? «En la mayor parte de los casos las personas no cubren los dedos de las manos, y de ahí la dificultad de establecer vínculos profundos y afectivos con personas que comparten nuestras inquietudes y con las que nos sentimos realmente a gusto.

     La personalidad está relacionada directamente con los comportamientos a lo largo del tiempo, estableciendo así unas características asociadas a las mismas. Según la real academia española, es el conjunto de las diferencias individuales que constituyen a cada persona, así como el conjunto de cualidades representativas que destacan en unas personas frente a otras. Es decir, este concepto está vinculado estrechamente a la diferenciación.

«La personalidad puede ser un determinante a la hora de establecer relaciones sociales»

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     En un intento contante de simplificar los rasgos de personalidad esenciales, la sociedad se ha topado con dos características diferenciadoras y extremistas por las que la gente tiende a identificarse hacia un polo u otro: extroversión e introversión.

     No es difícil establecer unos criterios sobre estos dos conceptos. Si nos paramos a imaginar lo que la mayor parte de la gente piensa sobre la extroversión, lo que a uno le viene a la cabeza está relacionado con:  apertura, sociabilidad, alegría, don de gentes, triunfo. Este tipo de personalidad se vuelve una búsqueda constante por parte de muchos miembros de la sociedad para poder así alcanzar unos estándares “socialmente aceptables”. Otra de las características  asociadas a este tipo de personalidad es el bajo nivel de activación fisiológica que tienen, lo que ayuda a gastar literalmente “menos energía” en esas relaciones sociales. En su concepción más extrema, este tipo de personalidades tienden a ser más arriesgadas  hasta el punto de necesitar constantemente  de la realización de actividades que llenen esa calma, pudiendo éstas estar relacionadas con actividades de alto riesgo, infravalorando los perjuicios.

      Por otro lado, tenemos a las personalidades introvertidas, personas con menos relaciones sociales, más profundas, con mejores habilidades de escucha hacia los demás, que no suelen hablar tanto, pero cuando lo hacen es para sacar temas profundos y con gran contenido emocional, lo que las hace ideales para conversar sobre preocupaciones. Las conversaciones efímeras ( sin alto contenido) no son su fuerte, y si tenemos en cuenta que la mayor parte de las interacciones de los miembros de la sociedad son conversaciones efímeras, esta personalidad no tiene la imagen positiva que representa su opuesto.

     Como bien he comentado al principio, son dos aspectos contrapuestos, polarizados y extremistas bajo los que hay una sobreconciencia y sobreimportancia social que afecta en las convenciones sociales y a la interacción de las personas, sobre todo a las muy exigentes. Esto puede llevar a algunas a encasillarse bajo estos preceptos y tratar de actuar conforme a ellos.

     Independientemente de la extroversión e introversión, hay pequeños consejos  que ayudan a distanciarnos  de “nosotros” y a romper el hielo lo antes posible para salir de nuestro estado de cegamiento. Ayudan directamente a establecer vínculo sin tener que estar anclado a esa relación social largo tiempo. Algo así como poner el granito de arena al desarrollo de relaciones sociales más profundas sin forzarse a ser quien uno no es. En el siguiente artículo podéis acceder a:

“Ampliar contactos: 6 prácticas recomendadas»