¿Cómo creo que debería actuar ante los demás?
Las apariencias son como espejos que reflejan cosas hacía fuera y nos acercan a nuestra verdad. Hay ocasiones en las que las apariencias y la fuerza que ejercen sobre nuestra persona nos provoca adquirir un rol pasivo frente a las circunstancias o frente a otras personas, permitiéndonos hacer cosas que en primera instancia no haríamos, y así acabar cediendo. Entonces, ¿Cómo creo que debería actuar?
Dilemas entre lo que soy y lo que tendría que hacer.
Muchos de los grandes dilemas psicológicos parten de la dualidad entre lo que soy, y si eso que soy puede contrastar en exceso con lo que creemos que es conveniente hacer de cara al público; de ahí, la necesidad de modificar como debería de actuar para adaptarme al medio (trabajo, amistades, familia).
Algunos de los grandes dilemas psicológicos se encuentran con este riesgo, y tienden a asociarse con el miedo. El miedo es una de las emociones que nos ayuda a detectar lo que podemos perder si no nos adaptamos, y a la vez nos enseña lo que podemos aprender si nos merece la pena correr ese riesgo.
Miedo a perderme
Existen dos tendencias naturales en los seres humanos, miedo a perderse debido al exceso de cesión ante las demandas externas (trabajo, parejas, familia, amistades), y el miedo a perdernos a nosotros mismos por no respetar lo que somos. Estos miedos despiertan los valores que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra vida, y nos conectan con las ideas sobre quiénes somos y quiénes son los otros; o por otro lado, con las demandas que nos exigen o creemos que debemos cumplir frente a los demás.
Como creo que debería actuar es…
La decisión que tomamos depende en gran medida de la detección de lo que necesitamos. El miedo nos ayudará a conectar con lo que podemos perder; sin embargo, es fundamental observar lo que ganamos, porque en ocasiones lo que pierdo con los demás quizás es una forma de posicionarse ante el mundo, y así que los que quieran estar ahí sepan a lo que atenerse, siempre que quieran compartir su camino con el nuestro, o incluso a llegar a algún acuerdo en común. En el caso de que no sea así, también se les puede permitir que sigan su rumbo.
Por otro lado, ese miedo natural también nos acerca a nosotros, a comprendernos como somos y aceptarnos en nuestras soledades ante la pérdida y el duelo, sabiendo que no dejamos de ser nosotros mismos, lo que también tiene su recompensa.
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