Desde hace más de quince días la población española nos vemos obligados por decreto ley a permanecer en nuestros hogares la mayor parte del tiempo. Esta es una realidad que cada persona vive a su manera, y donde más se manifiesta el autoconocimiento emocional y el desarrollo que hayamos llevado a cabo durante nuestra vida. No todo el mundo está preparado de la misma forma para afrontar esta situación. ¿Qué es importante saber sobre las emociones ante el coronavirus?

Existen personas a las que el encierro y el pasar tiempo en sus hogares consigo mismas puede resultar placentero, habrá otras que se recriminen  por lo que podrían estar haciendo. También habrá personas que por sus situaciones familiares, no resultas, se empiecen a manifestar problemas de comunicación graves dónde las exigencias imperen sobre la cordura, otras permanecerán a gusto adaptándose y  tratando de llegar a sus congéneres a través de tratos y compromisos. También habrá algunas  que tengan que afrontar la enfermedad o la muerte de algún ser querido, lo que implica sufrimiento, habrá otras personas que se sientan encerradas y eso potencie sus síntomas de malestar ante la imposibilidad de salir; lo que sí es cierto es que todas tendrán algo en común: la capacidad de adaptación a las circunstancias que nos rodean, y de esto el autoconocimiento emocional tiene mucho que decir.

Adaptación de las emociones al coronavirus.

Las emociones son las alteraciones del estado de ánimo que aparecen en función de los eventos externos ambientales o desde dentro de la propia psique personal. Tanto los acontecimientos ajenos a nosotros como nuestros propios pensamientos pueden despertarlas, y los mismos pensamientos retroalimentarlas, consiguiendo que vayan a más.  

Cómo alimentamos nuestras emociones, y con qué pensamientos, nos va a ayudar a gestionar o perjudicar su impacto primario. Mario Alonso Puig, en su libro “Reinventarse”, cuenta una bonita metáfora sobre el comportamiento de las emociones y de los pensamientos:

Los pensamientos son como un barco en medio del océano del que cada uno de nosotros es capitán. Conocemos muchos de los mandos y botones sobre los que es necesario actuar para manejarlo. En cambio, las emociones serían como el clima al que el barco ha de someterse cada vez que navega; si hace un día nublado y con tormenta ¿Qué hago con el barco? ¿Acaso es mejor dar media vuelta o seguir adelante? ó incluso, ¿Qué es mejor, rodear la tormenta, o esperar? Todos sabemos que si hace un día bueno podremos maniobrar el barco a placer, sin límites, ¿Pero qué sucede si el clima está en nuestra contra?

Qué nos demandan nuestras emociones ante el coronavirus? ¿Sé identificar lo que siento?

Tempestad emocional

Según Daniel Goleman, en su best seller “La inteligencia emocional”, señala que una persona con un CI elevado y con una inteligencia emocional escasa, frente a una persona con una amplia inteligencia emocional, puede ser menos adaptativa y fracasar en la vida.  En cambio, una persona con menor CI y una elevada inteligencia emocional, aunque carezca de un nivel tan alto de CI, las circunstancias a nivel de relaciones humanas pueden volverse tan en su favor que consiga alcanzar un éxito mucho mayor. De hecho, afirma que no hace falta ser tan inteligente racionalmente para tener una vida satisfactoria a nivel laboral y personal.

La inteligencia emocional es la capacidad de recibir, comprender y regular, tanto las propias emociones como las de los demás. No podemos evitar sentir las emociones básicas como el enfado, la tristeza, la alegría, el miedo, la sorpresa o el asco. Pero sí podemos conocerlas en profundidad para saber qué hacer con ellas a la hora a descubrir nuestros patrones de funcionamiento, y así potenciar el respeto por nuestros estados emocionales. Porque una cosa está clara, si no conocemos como funcionamos emocionalmente, las tormentas y las olas del clima podrán hundir hasta el barco más resistente.

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