Problemas psicológicos en navidad: ¿Tengo expectativas?
Las navidades están aquí otro año más, y las ilusiones se entremezclan con las desilusiones. Hay algunas personas que ven estas fiestas como un periodo vacacional, y otras en cambio lo consideran como un periodo de malestar y consumismo. Por mucho que unos y otros ansíen o rechacen su llegada, ya están aquí, con lo que obtener una visión de los principales problemas psicológicos en navidad puede ayudar, tanto a afrontar, como a sacar el mayor provecho a esta época tan instaurada en nuestra sociedad, y con tantos retos a nivel personal.
Problemas psicológicos en navidad:
1º Ante las expectativas ilusorias.
Las épocas navideñas irremediablemente generan unas expectativas, al igual que las vacaciones de semana santa o verano. Es común pensar en planes durante estos periodos; y sobre todo, en como aprovechar el tiempo libre. Las navidades pueden considerarse para muchas familias la época del año con mayor número de encuentros familiares (noche buena, día de navidad, noche vieja, año nuevo, preludio de reyes y el día de reyes) esto provoca que las interacciones con familiares aumenten considerablemente con respecto, en muchos casos, a lo que viene siendo típico y opcional durante el resto del año. Se podría denominar la navidad como uno de los momentos de mayor intensidad familiar, lo que teniendo en cuenta las diferencias en la forma de vida de cada miembro, supone aglomerar muchas costumbres distintas durante un número elevado de días.
Las expectativas ilusorias navideñas son uno de los principales problemas psicológicos en navidad a los que podemos aludir. Afectan en mayor medida por varias razones: al ser un periodo con muchos días vacacionales es bastante común pensar que todo va a salir bien, y que por el hecho de tener tiempo libre las cosas van a funcionar. Más allá de lo que pensamos, las navidades pueden truncarse de muchas maneras, por poner un ejemplo: que se queme la comida, que a última hora haya personas que cancelen la cena con todo preparado, el agobio de encargarse de realizar los preparativos, el comportamiento de determinadas personas considerado como faltas de respeto, etc.
En definitiva, si generamos unas expectativas ilusorias acerca de la navidad, y como va a ser, más teniendo en cuenta la publicidad comercial a la que estamos sometidos durante estas festividades ( familias perfectas, sonrisas, colaboración, regalos) podemos arrastrar con nosotros una fantasía, que cuando se ve truncada por la realidad, afectarnos por no asemejarse a la imagen que teníamos proyectada. Hagámonos una pregunta: ¿Por qué para pasarlo bien en navidades todo ha de ser perfecto?
1º Ante lo que no quiero hacer.
Compartir días en familia puede ser una de las formas más comunes de llevar a cabo estas festividades, y para muchos las más felices…u obligadas. ¿Quién dice que las navidades tengan que compartirse con la familia? No todas las familias son iguales, y hay algunas realmente difíciles en el trato. Hay veces que más vale escoger una opción saludable con personas de nuestro entorno, que pueden ser considerados en alta estima y con quienes se sepa que el trato suele ser cordial y de respeto.
Según Albert Ellis, psicólogo bautizado como el padre de la TREC (Terapia Racional Emotiva Conductual), en su libro: “Controle su ira antes de que esta le controle a usted”, afirma que los entornos en los que las personas tienden a expresar su ira y su rabia es con sus familiares, y una de las razones es pensar que nunca se les va a perder. Teniendo en cuenta este detalle, y más aún el dicho “dónde hay confianza hay asco”, hay veces que es necesario no tirarse piedras al propio tejado, y no poder disfrutar de este periodo vacacional por no elaborar alternativas a lo común y socialmente aceptado. ¿Qué es lo que quiero, disfrutar o sufrir? ¿De quién es responsabilidad conseguirlo, mía o de mi familia? ¿De quién es responsabilidad tener en cuenta los problemas psicológicos en navidad?
2º Problemas psicológicos en navidad ante los duelos.
Las ocasiones navideñas, como decíamos antes, son momentos que se suelen compartir en familia como canon social. Esto conlleva a que se realicen rituales cada año sobre con quien pasar estas fiestas.
Compartir algunos de estos días con familiares puede ser gratificante, y también común el sentimiento de soledad ante su ausencia o pérdida. Hay celebraciones que se pueden volver dolorosas por el recuerdo de los seres queridos, lo que hace que sean momentos de mucha sensibilidad emocional. Es importante valorar la pérdida y también la felicidad del recuerdo. Si quisimos a esas personas es porque hacían cosas especiales; como decía Ray Bradbury en su novela “Fahrenheit 451”: “No recordamos a las personas por lo que eran sino por lo que hacían, porque sabemos que nunca más volverán a hacerlo”.
Imaginemos unas navidades en el que esas personas viven dentro de nosotros, y si hacían esas cosas que nos hacen recordarlas también podemos reconocer su labor a través de un brindis, y que en cierta medida no se pierda. Porque siguen ligadas a nuestra vida, y si han tenido tanto impacto en ella, nunca podrán desaparecer del todo, son parte de nosotros. Hay lágrimas que merecen la pena ser vividas para procesar las emociones y el duelo.
En definitiva, hay veces que no se puede conseguir lo que a uno le gustaría, y no por ello dejar de disfrutar. La vida tiene un principio y un fin. El tiempo, por el hecho de ser nuestro, es valioso y merece ser vivido como mejor nos convenga y nos ayude a afrontar las circunstancias, con el fin de ser lo más resilientes con nosotros mismos y así anclarnos a lo que nos rodea a cada instante.
“¡Aprovecha los momentos de felicidad, de amar y ser amado! Ésa es la única verdad en el mundo, todo lo demás son tonterías. Y es lo único que aquí debería importarnos”. Tolstói, L. (1865-1869). Guerra y Paz.
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