A lo largo de los años, con la madurez principalmente, las personas necesitamos ir tomando cada vez más decisiones. De una manera u otra es un proceso necesario para reafirmar la propia autoestima, además de la utilidad que tiene para afrontar la propia supervivencia y adaptación al medio. Las decisiones existen de por sí porque necesitamos tomarlas, la cuestión está en ¿Qué diferencia existe entre tomar decisiones activas y decidir de manera pasiva?

Tomar decisiones activas: romper el victimismo.

Cada día de la vida necesitamos tomar decisiones activas. Es un hecho intrínseco a todas las personas, de una forma u otra tenemos que posicionarnos hacia algún lado. Aunque decidamos, no significa que esa decisión esté acorde a nuestra responsabilidad. Por lo que es fundamental decidir si queremos ser personas activas o pasivas con nuestra capacidad para tomar decisiones activas.

Ted Rutledge, en su libro “La conquista del propio respeto, señala la distinción entre las personas que  deciden ser pasivas o activas a la hora de tomar sus decisiones. Las que lo hacen de forma pasiva actúan por defecto, lo que significa apartarse de la propia fuerza personal. En muchas ocasiones estás personas liberan esa fuerza de la que disponen hacia el exterior, hacia otras personas (la pareja, la jefa o el jefe, o a la sociedad en general), o niegan la propia capacidad personal de resolución, es decir, se niegan como seres humanos su fuerza necesaria para emprender la acción de hacer. Esta forma de decidir conduce al mismo resultado: “la victimización”. Una víctima es una persona que  cree que lo que está haciendo está más condicionado por sus circunstancias externas que por la forma en la que gestiona dichas circunstancias, lo que dificulta las cosas a la hora de tomar decisiones activas.

«La victimización dificulta hacerse responsable»

Por otro lado tenemos las  personas activas. Una persona que se encarga de tomas sus propias decisiones activas, es una persona que sin saber cuáles serán las cartas que le van a tocar, su felicidad y su bienestar no depende de ellas. Es decir, no depende de las circunstancias externas ajenas sino de su capacidad de responder. Una persona que se dedica a tomar sus decisiones  confía en su capacidad ante las circunstancias de la vida y ante su resolución de responder a las cartas que se le presentan, eso es lo que se denomina responsabilidad.

¿Soy una víctima o soy una persona capaz de tomar decisiones activas?

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Cuando una persona es consciente de que lleva el control sobre su propia vida y se dedica a tomar sus decisiones activas,  se adentra en el siguiente reto. Para conseguir vincular nuestras decisiones a la responsabilidad sobre la autoría, es fundamental vincular las circunstancias externas a nuestro sistema de valores personales, con el fin de detectar y ser más conscientes de lo que hacemos y poder convertirnos en las personas gestoras de nuestros propios acontecimientos vitales. De esta forma actuar responsablemente para que con el tiempo nuestros actos sean encaminados a través de nuestros valores.

¿Qué hace que sea tan importante tomar decisiones activas?

El hecho de tomar decisiones activas implica convertirnos en el día a día en el vínculo decisional entre las circunstancias externas y nosotros como personas capaces de hacer frente a la vida, a pesar de las dificultades. Si yo me eximo de tal decisión seguiré relegando al exterior o a los otros las dificultades frente a las decisiones. La capacidad, primero de ver, y luego de poner en práctica todas las herramientas necesarias para la resolución de problemas de forma activa, nos ayudará como personas a afrontar las circunstancias imprevisibles que nuestra experiencia vital nos dará.

“El mayor día de tu vida y la mía es cuando tomamos responsabilidad total de nuestras actitudes. Ese es el día en que realmente crecemos”.

John C. Maxwell (1947-presente)

 

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